domingo, 7 de julio de 2013

Bazét: 400 años



     Empiezo a escribir esto con la idea, pero cuando empecé a escribirlo no sabía que hacer; puesto que empecé de esta forma ya estoy acelerando con este automóvil. Voy en el automóvil, la persona de siempre; a lo lejos se ve una linda playa con un bonito atardecer, me emociono instantáneamente y empiezo a acelerar rápido para llegar a ella; piso el gas y cuando me doy cuenta es solo un grande e inmenso muro en el cual me estrello. Ahí me encuentro de nuevo, hecho pedazos, situación en la cual ya perdí la cuenta de cuantas veces he estado. 


     Han pasado dos años desde que te conocí, dos desde que me succionaron tus pupilas. Una parte de mi te la llevaste y la otra que tenía la tire por el desagüe. En esos días me sentí como si fuera un animal salvaje que acababa de sentir algo diferente cuando era rodeado por la rabia, rabia la cual aun conservo. Me acerqué a ti y te escribí una carta, de la cual no tengo ni la menor idea de como supiste que la escribí yo; en el momento que lo supiste me eché para atrás; a finales de ese año te volví a hablar, te vi en la fiesta del colegio y que linda estabas, te vi sintiendo lo mismo que sentí la primera vez que te sentaste adelante mía para hacerte un examen. Te fuiste del colegio sin embargo te ví en el una vez y platicamos algo breve, fue genial verte de nuevo. Te volví a ver a principios de este año, casualidad que en el día de San Valentín; me quedé en shock no podría creer que eras tu y hablamos muy bien, breve. Te hablo por el chat y eres única. A veces siento que me ilusiono mucho, otras que debería ir por ti, sin embargo siempre llego a la conclusión de que mientras te pienso para poder dormir, o te pienso para escribir tu probablemente ni te recuerdes de mi.

     Paro el auto para ver desde lejos esa playa, tan linda pero las olas no tienen sonido, y el sol nunca se pone, ni las aves cantan. Soñé que mis padres eran infieles y que manejaba de una manera irresponsable. Cuando era pequeño una vez que estaba en la ciudad vi a una chica sentada al lado de su ventana desde el sexto u octavo piso de su apartamento, tenía el pelo castaño, una botella en mano, su maquillaje corrido y su mirada sórdida y fría, deprimida; hoy que recuerdo la entiendo.

     Busco entrar en tu corazón y también busco la playa donde desembocó la otra parte de mi alma.

AZNAREPSE