Solo, solo aullando como un lobo a la luna. Las guitarras del nunca jamás rompen miles de esquemas. Siento en mi piel la tinta suave, suave como cuando a un junkie le corre la heroína dentro de sus venas; autodestructivo, se que debo cambiar muchas cosas mientras veo un retrato del Camarada Stalin.
Noches naranjas, por la contaminación lumínica. En ellas me corre el pulso y me pone al borde del precipicio. Paranoia, presión, la rueda del autobus. Ansío desesperadamente el día.
Aznarepse, un lema, porque el destino en la mayoría de veces es un hijo de la peor puta. Me preparo para partir y sentir el viento, el sol, así como también me preparo para cruzar tormentas. Sueños, sueños con canciones; con construir un globo aerostático y vivir entre las nubes; con volar encima de un bosque, bosque que posteriormente será este lugar podrido.
Nadie nace sabiendo. No aprendemos hasta que tenemos la soga en el cuello, el cañón en la sien, o ya a pocos segundos de la muerte (en el peor de los casos), por eso me preparo para irme y para quedarme, por hoy, por ayer y por siempre.
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